Hace poco más de 10 años, cuando terminó sus estudios de control de calidad en Israel, la chilena-israelí Loren Pamela Garcovich Montoya, que hoy tiene 47 años y a quien sus cercanos también llaman Dafna, hizo un viaje a España para celebrar el fin de una etapa. Se quedó tres meses, hizo amigos y conoció a Iván Illarramendi, un año menor que ella, natural de Zarautz (Gipuzkoa). “Allá se encontró con su media naranja”, dice a EL PAÍS, al teléfono desde Israel, Danny Garcovich, el padre de Dafna, que llegó en 1984 a vivir a ese país junto a su esposa, Cecilia Montoya, cuando su hija tenía ocho años.
La chilena y el español se casaron en España hace nueve años y luego decidieron radicarse en Israel. Danny Garcovich (Peñaflor, Chile, 66 años), es comandante del cuerpo de bomberos en una zona cercana a la franja de Gaza y los describe como una pareja muy ordenada y organizada, que ahorró para tener su propia casa en el kibutz Kisufim, a dos kilómetros de Gaza, en la frontera. Tenían muchos planes, ambos bien afianzados en sus trabajos: ella en una fábrica de plásticos como jefa del departamento de control de calidad y él como jefe de logística de un comedor de un kibutz cercano a su casa. “A mi yerno lo quieren muchísimo. Por eso le dieron muchas responsabilidades”, dice el chileno.
La pareja buscó una casa a unos 100 metros de los padres de Dafna. Los cuatro pasaban mucho tiempo juntos. Les encantaba juntarse a comer. Era usual, dice el padre de Dafna, que Iván, a quien describe como alguien con mucho talento para la cocina, preparara comida vasca, mientras que ellos le devolvían la hospitalidad con empanadas chilenas, el menú predilecto de su yerno. “Somos una familia muy unida, que compartíamos mucho, con fiestas y cenas, como cualquier familia normal”, describe.
Pero toda esa “vida normal”, como la llama Danny Garcovich para explicar que eran “una familia como cualquiera”, acabó el 7 de octubre, cuando el kibutz Kisufim fue asaltado por la milicia islamista Hamás. En medio de los misiles, Iván y Dafna se ocultaron en el refugio de su casa; lo mismo hicieron sus padres en la suya, pocos metros más allá. Danny recuerda que, mientras oían los misiles, hablaron por teléfono; que su hija le iba relatando cómo sentía que entraban a su casa, que escuchaba gritos y voces en árabe y que, a medida que transcurría el tiempo, y cuando ya sabía que estaban dentro, comenzó a hablar en voz baja para que no la oyeran.
“Lo último que la escuché decir fue ‘auxilio, socorro, auxilio”, relata Garcovich. Eran las 12.30 del mediodía, recuerda. Luego se cortó la comunicación, pues las antenas de los teléfonos móviles fueron derribadas.
De eso han transcurrido casi dos semanas y Danny Garcovich no ha vuelto a saber ni de su hija ni de su yerno. “No tenemos ninguna información de dónde están”. Para él, su situación es de desaparecidos mientras no exista una lista de la Cruz Roja Internacional que señale que están secuestrados. “Por el momento no tenemos información de quiénes están y quiénes no están, fuera de dos o tres grabaciones que ellos [Hamás] hicieron para mostrar a una o dos personas. A ellas podemos catalogarlas como secuestradas; de las demás no hay ningún rastro, ninguna idea, y tampoco hay forma de verificar cuál es el estado en el que están”.
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Sin embargo, tanto el Gobierno de Chile, como los de España e Israel, han considerado a Loren Garcovich e Iván Illarramendi entre las aproximadamente 200 personas que Hamás tiene como rehenes. El Ejecutivo chileno fue el primero en dar la noticia, la noche del 9 de octubre, en la voz del canciller de la Administración del presidente Gabriel Boric, Alberto van Klaveren, quien confirmó en su cuenta de X (antes Twitter) que Loren Garcovich fue “secuestrada por terroristas en la zona de conflicto” y contó que se comunicó con Danny Garcovich: “Admirable la templanza y claridad en sus palabras. Le expresé nuestra preocupación y solidaridad ante la situación. No cejaremos en apoyar su búsqueda y retorno”, señaló el ministro de Boric.
Esto, mientras el martes 17 el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, pidió la liberación inmediata de “todos los rehenes en poder de Hamás”, y añadió: “Incluido nuestro compatriota Iván Illarramendi”. Ese mismo día, el Ministerio de Exteriores israelí, a través de un mensaje en X, incluyó la bandera española entre las de los 42 países de los que hay nacionales en manos de Hamás.
Israeli-Chilean Dafna Garcovich and her Israeli-Spanish partner Ivan Illarramendi have been held hostage in the Gaza Strip for days now.
Listen to the brave testimony of Dafna’s father as he recalls the horrific events his family experienced.
Help us bring them home. Share the… pic.twitter.com/QEnCDUg33U
— Israel Foreign Ministry (@IsraelMFA) October 19, 2023
Bombero en Chile e Israel
Los padres de Loren Garcovich salieron de Chile a finales de los años setenta, primero para vivir en Argentina y luego para radicarse en Israel en 1984. Dejaron San Felipe, una ciudad ubicada a unos 75 kilómetros al norte de Santiago de Chile, donde nació su hija. “El anhelo de cada persona que es parte del pueblo de Israel es llegar en algún momento a este lugar. Eso está siempre, sin dejar de recordar y añorar el lugar de donde venimos”, cuenta el hombre.
Antes de irse de Chile, Danny Garcovich trabajaba como electricista en el municipio de San Felipe y era voluntario de bomberos, tal como lo es hoy en la frontera de Gaza. “Ser bombero se lleva en la sangre. Entonces, lo primero que hice cuando llegué a Israel fue ponerme en contacto con los cuerpos de bomberos”. Como en Israel reciben un sueldo, él fue uno de los fundadores del cuerpo de voluntarios, que trabajan sin pago.
Como comandante, en medio de la dramática situación que vive por la desaparición de su hija y su yerno, Garcovich ha seguido trabajando como bombero en la zona. Eso explica, en parte, cómo sobrelleva el no tener noticias de Loren e Iván. Labora en la zona, dice, “24/7″, sin descanso. “Yo tengo mucho más conocimiento sobre qué es lo que pasa en estos casos. Por lo tanto, la información o los datos, como profesional, son mucho más veraces que todo lo que se habla en distintos lados, porque hay muchas conjeturas o [mensajes] acomodados de una u otra forma de acuerdo a la gente que los transmite. Nosotros podemos ver mucho más, aunque estamos restringidos de informar cosas que pongan en peligro o puedan afectar al operativo militar”.
Relata que para él y su esposa hay “un 50% de posibilidades de que todo termine bien y en positivo y un 50% de que las noticias sean dolorosas” y no las que ellos anhelan. Garcovich cuenta que por su día a día como rescatista ha sido testigo de muchas tragedias. “Muchos accidentes de tránsito, muchos incendios en los que hemos tenido que sacar personas. Eso, a lo mejor, me ha curtido y me ha hecho ver las cosas desde otro punto de vista, distinto al de una persona que nunca ha visto una gota de sangre y se aterroriza solo por verla. Eso ayuda a ser muy fuerte”, dice al teléfono, ya casi por la noche en Israel. Pero el chileno confiesa sentir “angustia” por lo que está pasando. “Mientras no sepamos cuál es la realidad, domina la incertidumbre. Y la incertidumbre es mucho peor que saber la realidad, así sea feliz o triste. De eso estamos totalmente convencidos”.