Con la oposición entre rejas o en el exilio, y con el resto de partidos —permitidos por el Kremlin— a la espera de que el presidente ruso diese el paso, Vladímir Putin ha confirmado algo que ya todo el mundo sabía: se postulará para un quinto mandato en las elecciones presidenciales de tres días que culminarán el 17 marzo de 2024. En el caso de que Putin gane las elecciones —algo que se da por hecho por su control férreo del aparato estatal y la ausencia de rivales— y complete la legislatura de seis años, hasta 2030, igualaría a Stalin al controlar durante tres décadas las riendas del Kremlin.
A pesar de la importancia de su candidatura, no ha sido el líder ruso quien ha hecho público el anuncio, sino Artiom Zhoga, actual portavoz del autoproclamado Parlamento de la separatista República de Donetsk y padre de un jefe del batallón prorruso Sparta fallecido en la guerra contra Ucrania el pasado año. El dirigente confirmó la noticia a los periodistas tras una reunión de los separatistas con Putin a puerta cerrada.
“Le pedimos que participase en las elecciones presidenciales, a lo que respondió que estos son tiempos diferentes, difíciles, pero que en este momento estará con el pueblo y se presentará a los comicios”, manifestó Zhoga.
Putin no tiene rivales, literalmente hablando. El mandatario ruso obtendría un 70% de los votos, según una encuesta publicada por la Fundación de la Opinión Pública (FOM), porcentaje que el instituto Levada situó en el 58% en un sondeo publicado este pasado jueves. El siguiente aspirante es el líder del Partido Comunista de Rusia desde 1993, Guennadi Ziugánov, de 79 años, pero su partido no ha confirmado una candidatura. El político de esta formación leal al Kremlin apenas obtendría un 1,3% de los votos, augura el estudio de Levada.
Según dos fuentes del Kremlin citadas por el diario digital Meduza, un “estratega político” de Putin, Serguéi Kiriyenko, ha establecido que los rivales de Putin no podrán ser menores de 50 años ni gozar de una gran popularidad. El medio, prohibido por las autoridades rusas, señala que la Administración presidencial quiere evitar que los ciudadanos piensen que el presidente “ya no es la misma persona que llegó al poder con mano firme”.
Los índices de popularidad de Putin se mantienen altos pese al estancamiento de la guerra contra Ucrania. Según los sondeos del instituto independiente Levada, un 85% de los rusos aprobaban su gestión en noviembre. Su apoyo aumentó gracias a la invasión del país vecino en febrero de 2022: desde 2018, año del Mundial de fútbol celebrado en Rusia, su popularidad estaba en declive rondaba el 65% a finales de 2021.
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“Se observaron niveles similares de apoyo al actual presidente después de 2014 —año de la anexión ilegal de Crimea, que provocó una ola de euforia en el país— y a mediados de la década de 2000 —con la estabilidad económica y social lograda por Putin tras los turbulentos años noventa—”, señala Levada. “A la mayoría de los rusos les gustaría ver a Vladímir Putin como presidente después de 2024″, concluye el instituto.
La postulación de Putin se ha confirmado un día después de que el Consejo de la Federación, la Cámara alta rusa, fijase el 17 de marzo como fecha definitiva para las elecciones presidenciales. Estas se desarrollarán por primera vez a lo largo de tres días, desde el 15, debido a la introducción del voto por internet, un sistema ideado por el Kremlin que ha sido denunciado tanto por los disidentes como por algunos miembros de los partidos oficialistas. Entre ellos, el anterior jefe de la sección moscovita del Partido Comunista de Rusia, Valeri Rashkin, quien lideró las protestas en la capital contra el supuesto fraude electoral en los comicios legislativos de septiembre de 2021. Rashkin fue detenido un mes después acusado de caza ilegal.
Competidores anulados
Dos posibles competidores de Putin dentro del sector ultranacionalista han sido anulados. El jefe del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, falleció a finales de agosto en una catástrofe aérea que el propio líder ruso atribuyó —sin que los resultados de la investigación hayan sido hechos públicos— a una supuesta mezcla de drogas y granadas en el avión apenas dos meses después de que el jefe de los mercenarios le desafiase con una rebelión fallida por la gestión de la guerra de Ucrania. Gracias a sus iracundas críticas, el apodado Chef de Putin había ganado gran popularidad en Rusia. Y otro crítico, uno de los militares rusos que instigaron el movimiento separatista en la región ucrania de Donbás en 2014, el antiguo comandante Ígor Guirkin Strelkov, está en prisión por desacreditar al alto mando y teme ser asesinado. “Lo que más temo es que, en lugar de imponerme el castigo penal habitual, me amnistíen como al cocinero”, denunció con ironía esta semana.
En cuanto a la oposición democrática, solo el partido Yábloko, contrario a la guerra, resiste dentro del sistema, aunque no tiene presencia en el Parlamento. Su fundador, Grigori Yavlinski, no descarta proponerse como candidato de una formación que ya no dirige si reúne 10 millones de firmas. “Es urgente que Rusia y Ucrania dialoguen para acabar con la matanza”, manifestó el histórico político a este periódico en una entrevista reciente.
Por su parte, el movimiento del disidente Alexéi Navalni, encarcelado, ha apelado a los rusos para que voten a cualquier alternativa que no sea Putin, pese a considerar los comicios “una parodia del procedimiento electoral” y que sus resultados “serán, como de costumbre, falsificados”.
La organización de Navalni, declarada extremista por el Kremlin, logró colgar este jueves en varias ciudades rusas unos carteles donde se leía “Rusia sin Putin”. A su líder apenas le apoyaba un 9% de la población a principios de año, según Levada. Encerrado en una cárcel en régimen de aislamiento estricto, sus abogados denuncian que las autoridades les impiden visitar al activista, y este no ha comparecido en dos audiencias por videoconferencia previstas esta semana sin que haya habido ninguna explicación oficial.
Quinto mandato presidencial
Putin se postulará el año que viene para el que será su quinto mandato presidencial. Antiguo agente del KGB, su vertiginosa carrera al poder comenzó tras el colapso de la URSS en 1991, cuando comenzó a trabajar como asesor del entonces alcalde de San Petersburgo, Anatoli Sobchak. Esto le catapultó a los círculos del presidente Borís Yeltsin, quien lo nombró responsable del Servicio Federal de Seguridad —el viejo KGB— en 1998 y primer ministro en 1999. Gracias a la renuncia sorpresa de Yeltsin, Putin asumió la presidencia de forma interina el 31 de diciembre de 1999 y refrendó el cargo en las urnas en 2000.
El líder ruso se encamina a cumplir un cuarto de siglo al frente del país. La Constitución le impidió repetir mandato en la legislatura de 2008 a 2012, cuando ejerció sobre el papel como primer ministro mientras uno de sus eternos sucesores, Dmitri Medvédev, asumía la presidencia. En 2024, sin embargo, será diferente: el Kremlin modificó a fondo la Ley Fundamental tras un referéndum celebrado en 2020, en plena pandemia, y limpió el historial de mandatos de Putin. En teoría, bajo la ley actual puede presidir el país dos legislaturas de seis años más, hasta 2036.
El objetivo del Kremlin es convencer a los rusos en la campaña electoral de que no hay más alternativa a Putin que el caos. “Teniendo en cuenta la situación actual, la época dramática que atraviesa nuestro país, esta decisión es absolutamente lógica y correcta. Su trabajo como presidente debe continuar”, ha aseverado Medvédev tras confirmarse la candidatura de su mentor.
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