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“Ninguna sociedad puede entenderse plenamente sin las residencias de sus miembros”.
Tengo esa cita (de “Crabgrass Frontier”, la historia fundamental de los suburbios estadounidenses) pegada con cinta adhesiva en la pared detrás de mi escritorio. Esto resume por qué me encanta cubrir temas de vivienda para el New York Times y parece que nunca me quedo sin cosas sobre qué escribir. El alojamiento lo es todo. Es donde vivimos y criamos a nuestras familias. Es la mayor reserva de riqueza para la mayoría de las personas. Ya sea que sea propietario, alquile o duerma al aire libre, el lugar donde descansa define gran parte de su existencia.
En las últimas décadas, y especialmente después de la pandemia, el sector inmobiliario ha pasado de ser un símbolo de la fortaleza estadounidense a una crisis cotidiana. Los aspirantes a propietarios de viviendas se están convirtiendo en inquilinos de por vida. La gente vive en hogares cada vez más hacinados, la oferta de viviendas ilegales ha aumentado y los campamentos para personas sin hogar se han multiplicado. La gente está huyendo de estados caros hacia otros más baratos, lo que a su vez ha creado problemas de vivienda en las ciudades donde terminan.
También ha habido nuevas oportunidades: el aumento de las oficinas en el hogar ha permitido que muchas personas se trasladen a mercados inmobiliarios más baratos y ha impulsado a varias familias a dejar sus trabajos de 9 a 5 y reurbanizar propiedades o convertirse en propietarios. En California y otros lugares, la legalización de las casas en el patio trasero ha inspirado a varios propietarios a convertirse en promotores creando pequeñas unidades de alquiler en sus propiedades.
En los últimos años, he cubierto prácticamente todos los aspectos de la crisis inmobiliaria de Estados Unidos, desde los funcionarios públicos que intentan abordarla en hogares estatales hasta las personas que viven con sus consecuencias. Escribo sobre inquilinos y propietarios, sobre promotores y ambientalistas, sobre construcción pública y privada, incluso sobre intentar construir una nueva ciudad desde cero.
Mis historias varían en tema y provienen de todo el país, pero el hilo común es que tienen sus raíces en las historias de las personas y los lugares que las crean. Por eso quiero escuchar tu opinión. Quiero saber qué tipo de presiones de vivienda enfrenta y cómo han afectado su vida, su familia, sus amistades y su comunidad. Y quiero saber qué historias o temas crees que necesitan más atención. Los artículos que escribo están inspirados en las historias que me cuenta la gente.
He leído todas las aportaciones. También siempre hago un seguimiento para hacer preguntas adicionales y me aseguro de tener los datos correctos antes de publicar algo. No publicaré nada sin su permiso explícito y no utilizaré su información de contacto para ningún otro propósito ni la compartiré fuera de la sala de redacción. Si desea enviar información de forma anónima, visite nuestra página de sugerencias.
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