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El espectáculo de Eurovisión 2024 no estaba en el escenario. Por eso el alcoholismo no es lo más importante. Las canciones —irrelevantes después de décadas— también. Eurovisión fue el sábado de mesa donde se hicieron efectivos los movimientos geopolíticos que tomaron protagonismo en los últimos años (con la invasión de Rusia en Ucrania, y ahora con la guerra entre Israel y Palestina, y antes incluso, el boicot a Netta). La idea de Eurovisión es muy buena cuando estamos todos en paz, cuando decimos “el amor es lo importante” en el escenario es gratis. Algo como Eurovisión, en tiempos de revueltos, no vale absolutamente nada. Estamos en guerra y el sábado se dio cuenta.
Israel es ahora el mismo foco de odio que la facción a la que pertenecen los fans de Eurovisión. Los fans de Eurovisión son básicamente gays y lesbianas. Una parte importante de la gente que apoya a Israel en el conflicto está en contra de los derechos de los homosexuales (específicamente este grupo que identifica a Israel con los valores europeos, si es que eso es lo que existe). Este grupo, presente en todo Occidente, fue el primer Eurovisión antes de Sergio Dalma. Una parte de los que viven en Palestina son musulmanes (lo mismo que en Israel, viven allí como judíos, porque todos estamos primero con nuestro pueblo y luego, sí, con el resto de la humanidad), y todos los países donde La Sharia son contrarias al derecho de los homosexuales a existir. Otros son cristianos y nosotros estamos en contra del genocidio, y algunos todavía están en contra de Hamás.
En el Malmö Arena se desbocaron en la implementación de Israel (tanto en los mensajes como en las fases previas) y en el televoto, un volcán en clara forma con Israel. Una parte de la legislación europea se ha movido para apoyar a Israel en esta “contienda de invertidos” (como se lee en algunas de mis fuentes de Telegram). También el hubo quien tildó el boicot a Israel en Eurovisión de antisemita. Dejemos todos ya peras con alguien vía WhatsApp al final del concurso de música.
Esto es estar en guerra: la inexistencia de una zona gris. La zona gris es donde existe la convivencia, donde se puede gritar “viva la vida y llega el amor” sin entender la importancia de la marca de champagne que patrocina el evento (Moroccanoil) en Israel. Eurovisión, como patético trampantojo, os ha convertido.
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