María Corina Machado ha ganado este domingo las primarias de la oposición en Venezuela y se perfila como la principal competidora de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales de 2024. Machado, como marcaban las encuestas, no tuvo rival y consiguió el 93% de los votos con el 26% del escrutinio, en una consulta que se celebró de forma simultánea en Venezuela y otros 28 países. “Hoy no es el final, pero es el principio del final”, ha dicho Machado al poco de conocer los resultados.
La votación se desarrolló con normalidad, pese a todos los inconvenientes logísticos que se presentaron, como la dificultad para encontrar la mesa de cada elector. Se trataba de una consulta autogestionada por la propia oposición, sin ningún apoyo técnico, pero los desafíos se fueron solventando sobre la marcha y nada disuadió a miles de venezolanos que esperaron largas colas bajo el sol o la lluvia para depositar su voto.
La victoria de Machado es un primer gran triunfo para la oposición, que ha logrado sacar adelante el proceso y escoger una candidata de unidad, pero abre un gran interrogante. La política fue inhabilitada en junio por la Contraloría General de Venezuela (CGV) para postularse a cargos de elección popular durante 15 años. La CGV argumentó en 2015, fecha en la que fue incapacitada por primera vez, que no había incluido en su declaración patrimonial unos bonos que recibía siendo diputada ―Machado niega que sea así―. Esa sanción de hace ocho años se vio ampliada este año porque, supuestamente, la política defendió las sanciones de Estados Unidos a Venezuela. Esta última decisión judicial coincidió con el despegue de su candidatura, en otro ejemplo del chavismo de poner freno a sus opositores con argucias legales.
En cualquier caso, la duda está sobre la mesa. ¿Podrá Machado inscribirse como candidata en las presidenciales? Es difícil responder ahora mismo. En el acuerdo que cerraron la Plataforma Unitaria de Venezuela y el Gobierno chavista en Barbados la semana pasada se especificaba que de cara a los comicios del año que viene se promoverá la autorización “a todos los candidatos y partidos políticos”, pero no está nada claro que eso vaya a ser así. El Gobierno ya ha alejado la posibilidad de levantar las inhabilitaciones, aunque habrá que esperar el resultado que pueda ejercer la presión de Washington, que acaba de anunciar el levantamiento temporal de las sanciones al petróleo, el oro y el gas venezolanos, y que solo se ampliará si el chavismo favorece el camino hacia unas elecciones justas en 2024. Machado no es una rival que le guste al chavismo. En las encuestas supera en popularidad al propio Maduro, hundido en el descrédito por la agónica crisis del país, y su candidatura ha insuflado una oleada de ánimo en gran parte de la sociedad venezolana.
El deseo de cambio sacó a los venezolanos a la calle, incluso en las ciudades, regiones y barrios bastiones del chavismo hasta hace muy poco. Hasta 21 millones de personas estaban llamadas a votar. Los organizadores superaron los retrasos en la entrega de los materiales electorales y algunos enfrentamientos dispersos con bases chavistas que lograron disuadir a algunas mesas de su instalación, en medio de mucha confusión sobre la ubicación de los centros de votación.
La oposición las organizó por su cuenta y riesgo tras el poco interés que mostró al Consejo Nacional Electoral (CNE) ―donde el chavismo es mayoría― y ni siquiera contó con la cobertura de los medios nacionales, presionados por el Gobierno para ignorar el proceso. La elección también contó con el rechazo de una parte de oposición ―aunque minoritaria―, que creía que no se daban las condiciones para celebrar con garantías una consulta de esta magnitud. Pero ningún freno pudo con una afluencia masiva, que obligó a alargar la jornada varias horas después del cierre de urnas por las largas colas registradas. Los resultados se esperaban sobre las diez de la noche, hora local, pero los servidores de internet comenzaron a fallar horas después de cerrar los centros de votación, lo que retrasó el conteo y la publicación de resultados. El primer boletín se ofreció pasada la medianoche, con el 26% del escrutinio, y demostró que la política no tenía rival. El segundo más votado fue Carlos Prosperi, con el 4,75% de los votos.
Las primarias se han celebrado en un momento de entendimiento entre Estados Unidos y Venezuela. En Barbados, el Gobierno chavista y la oposición acordaron celebrar las presidenciales en el segundo semestre de 2024, como marca el calendario constitucional. El chavismo se había negado hasta ahora a poner una fecha. Se llegaron a otros acuerdos, como la necesidad de invitar a misiones técnicas de observación electoral y el último punto acordado sobre derechos y garantías políticas fue respetar los resultados de las presidenciales. Washington interpretó todo esto como avance y anunció que aliviaba las sanciones, a la espera de que Maduro dé más pasos hacia la democracia. Horas después, el Gobierno de Caracas liberó a cinco presos políticos. En apenas 24 horas, la negociación tuvo más avances que en todo el último año.
Esos anuncios, aunque ya se han dado con poco éxito en el pasado, renuevan sin embargo las esperanzas de la sociedad venezolana, que lleva años en una parálisis política, preocupada más en sobrevivir en el día a día de la crisis que en inventar una nueva forma de sacarse al chavismo de encima. La victoria de las primarias, más allá de la de Machado, es la de haber salido a la calle en masa para elegir a un competidor de Maduro y recuperar la senda electoral, después de años de dudas entre la oposición sobre su participación o no en las elecciones organizadas por el Gobierno.
El camino por delante aún es largo y estará lleno de dificultades. Machado cuenta con el aval de la ciudadanía, pero aunque todos los partidos opositores se comprometieron a respetar el resultado, la candidata mantiene una relación difícil, y nula en muchos casos, con otros líderes de las fuerzas democráticas. La política es considerada el ala radical de la oposición, defiende las privatizaciones y la reducción del Estado en lo económico, además de encabezar durante años la línea dura contra el chavismo, que buscaba el final por la fuerza de Maduro con la ayuda de EE UU, una tesis que cogió impulso durante el mandato de Donald Trump, pero que nunca pasó de ser nada más que una ideación.
Ahora, la candidata está decidida a echar al chavismo por la vía electoral, pero no se sabe qué hará en caso de que el Gobierno impida su inscripción en las presidenciales. Otros líderes opositores, como el también inhabilitado Henrique Capriles, defienden que si no se logra la habilitación, habría que escoger a otro candidato de unidad que pueda competir y arrasar en las urnas para ganar a Maduro. Pero todo ese debate se abrirá mañana. Hoy los venezolanos celebran el éxito de unas elecciones primarias que unas enormes dificultades pusieron en duda hasta el último momento.
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