Sonia Contera, Física de Oxford: “La IA nos invita a dejar de pensar”

Sonia Contera, catedrática de Física en Oxford: Una de las cosas más terribles de la IA es que nos invita a dejar de pensar

La investigadora plantea una advertencia clara: la inteligencia artificial no solo transforma nuestra vida digital, sino que también puede debilitar nuestra capacidad de pensar de forma crítica y autónoma.

La conversación global en torno a la inteligencia artificial lleva años acelerándose, pero pocas voces logran abordar sus implicaciones más profundas con la serenidad y el rigor que caracterizan a Sonia Contera, reconocida catedrática de Física en la Universidad de Oxford. En diversas intervenciones públicas, la científica ha puesto sobre la mesa una inquietud que trasciende los avances técnicos y los debates habituales sobre regulación: la posibilidad de que la IA nos empuje, lenta pero persistentemente, a renunciar al pensamiento propio. Según Contera, el verdadero riesgo no reside únicamente en los algoritmos, sino en la forma en que permitimos que reemplacen procesos mentales esenciales para nuestra identidad como individuos y como sociedad.

A lo largo de los últimos años, su perspectiva ha ganado relevancia en un contexto en el que las herramientas de automatización se integran en tareas cotidianas: desde redactar textos y tomar decisiones financieras hasta recomendar qué contenido leer, ver o comprar. Contera sostiene que esta dependencia puede conducir a una erosión gradual de la reflexión autónoma, especialmente si se adopta la tecnología sin un análisis consciente de sus límites y sin medir sus consecuencias a largo plazo. Sus reflexiones, lejos de buscar alarmismo, invitan a un ejercicio colectivo de introspección sobre cómo queremos convivir con sistemas que, aunque poderosos, no dejan de ser artefactos creados por seres humanos.

La inquietud ante una sociedad que cesa de interrogarse

Para Contera, la cuestión fundamental no es si la inteligencia artificial puede superar o igualar determinadas capacidades humanas, sino qué efecto puede tener en nuestra disposición a cuestionar la información que recibimos. En un entorno donde las respuestas son inmediatas, precisas en apariencia y cada vez más personalizadas, resulta tentador aceptar lo que un algoritmo ofrece sin mayor análisis. La catedrática advierte que esta conducta podría convertirse en un hábito social, debilitando uno de los pilares de la democracia: el ejercicio del pensamiento crítico.

La experta subraya que la inteligencia artificial replica esquemas adquiridos de información ya existente, lo que implica que no puede sustituir la habilidad humana para contextualizar, concebir o cuestionar lo convencional. No obstante, la sencillez con la que ofrece respuestas aparentemente acertadas provoca que un gran número de individuos le confíen labores de análisis que previamente realizaban de manera inherente. A su juicio, esta tendencia resulta particularmente inquietante en un periodo donde la percepción general está dividida y donde la saturación de datos puede conducir a la confusión social.

Contera subraya que esta renuncia progresiva al pensamiento propio no ocurre de manera abrupta, sino mediante pequeños gestos cotidianos: seguir recomendaciones sin contrastarlas, adoptar opiniones generadas por sistemas automatizados o permitir que la tecnología decida por nosotros sin comprender cómo llega a sus conclusiones. Todo ello, señala, configura una cultura en la que la autonomía intelectual corre el riesgo de diluirse, mientras que la dependencia emocional y práctica hacia los sistemas digitales se acentúa.

Inteligencia artificial y responsabilidad humana

En sus reflexiones, la catedrática recalca que el verdadero desafío no es tecnológico, sino ético y cultural. La IA, explica, puede convertirse en un aliado extraordinario si se utiliza para potenciar las capacidades humanas, pero también puede convertirse en un sustituto del esfuerzo intelectual si se normaliza su uso como herramienta para evitar la complejidad del pensamiento. Según Contera, la solución no pasa por rechazar la tecnología, sino por comprender profundamente cómo funciona y cuáles son sus límites.

Esta postura implica reconocer que los sistemas de IA no poseen conciencia, intención ni comprensión genuina, sino que operan mediante patrones estadísticos basados en grandes cantidades de datos. Delegar decisiones complejas en mecanismos que no tienen la capacidad de evaluar consecuencias morales es, para Contera, una renuncia peligrosa a la responsabilidad humana. La investigadora hace hincapié en que la IA puede cometer errores sutiles, amplificar sesgos o generar conclusiones aparentemente coherentes pero incorrectas, lo que exige una supervisión constante.

Para prevenir este desplazamiento de la responsabilidad, Sonia Contera propone promover una alfabetización digital profunda, orientada no solo al uso técnico de herramientas, sino a la comprensión crítica del proceso detrás de cada resultado. Este enfoque permitiría que los usuarios se mantengan como agentes activos en la toma de decisiones, utilizando la IA como una guía complementaria y no como un sustituto del pensamiento propio. La catedrática considera que fomentar esta cultura de responsabilidad compartida es esencial para que la sociedad pueda aprovechar los beneficios de la tecnología sin perder su capacidad de análisis.

El papel de la creatividad humana en un mundo automatizado

Una de las reflexiones más relevantes de Contera gira en torno a la relación entre creatividad humana y automatización. Aunque la IA es capaz de generar contenido, analizar enormes volúmenes de información y simular procesos complejos, todavía no puede replicar la creatividad genuina, entendida como la capacidad de imaginar soluciones nuevas, combinar ideas de manera inédita y dar sentido a experiencias subjetivas. La catedrática señala que esta creatividad constituye un rasgo único de la especie humana y que debe ser protegida en un entorno cada vez más dominado por algoritmos.

Contera argumenta que, de forma contradictoria, una confianza desmedida en la inteligencia artificial podría mermar la inventiva al desincentivar el empeño indispensable para concebir conceptos novedosos. Cuando los individuos se apoyan en instrumentos automatizados para solucionar dilemas o producir material, existe la posibilidad de que las respuestas obtenidas sean meras reiteraciones de esquemas preexistentes, restringiendo de este modo la verdadera innovación. Desde su perspectiva, la originalidad demanda dedicación, meditación, equivocaciones y exploración, elementos que los sistemas automatizados suelen simplificar o suprimir.

En este sentido, la catedrática invita a reflexionar sobre el valor de la incertidumbre y la ambigüedad, elementos esenciales en el proceso creativo. Aunque la IA puede ayudar a explorar posibilidades, no puede reemplazar la sensibilidad humana ni la capacidad para interpretar emociones, historias o contextos culturales. Por ello, Contera hace un llamado a no abandonar la curiosidad ni la búsqueda de sentido en un mundo donde la inmediatez tecnológica puede resultar seductora pero limitante.

La relevancia de retomar la costumbre de reflexionar

A lo largo de sus estudios, Contera enfatiza una idea fundamental: la comunidad debe restaurar y robustecer la costumbre de la reflexión. Según su perspectiva, interrogar, meditar y examinar no son meros ejercicios mentales, sino actividades cruciales para salvaguardar la autonomía personal y grupal. La inteligencia artificial puede proporcionar instrumentos excepcionales, pero no puede suplantar la vivencia humana del raciocinio, ni reemplazar la interacción social, ética y afectiva que moldea nuestras determinaciones más trascendentales.

La catedrática señala que pensar implica asumir riesgos, equivocarse, debatir y desafiar ideas, procesos que la tecnología intenta simplificar, pero que no deben perderse. En un momento histórico en el que los avances tecnológicos evolucionan con gran rapidez, mantener viva la capacidad de reflexión es, a su juicio, una responsabilidad compartida entre instituciones educativas, gobiernos, empresas y ciudadanía.

Contera afirma que el pensamiento crítico no debe considerarse un lujo intelectual, sino un ejercicio cotidiano que permite tomar decisiones informadas, resistir la manipulación y construir una sociedad más consciente. Esta visión adquiere especial relevancia en un mundo donde la información fluye a gran velocidad y donde la frontera entre lo real y lo artificial puede volverse difusa sin un ejercicio continuo de análisis.

Por Eliécer Hurtado

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